Soñé con una canción de Calamaro que no existe, la melodía era demoledora y todos se sabían
la letra. Un sentimiento vulgar y conocido se nos metía por los oídos. Y él
estaba en la Tv tocando el órgano con su cara de agonía leve, dándonos ese factor
común que nos hace sentir que somos todos iguales, esa tristeza popular.
Soñé con vos en una versión distinta a la que más conocí,
estabas muy joven, como si hubieras muerto a los 20 años suponte, yo no tengo
recuerdos tuyos de cuando eras tan joven porque yo era un bebe, pero si eras como en mi sueño, tengo que decir que
eras muy delgado y atractivo, a veces pienso que si hubiéramos tenido una
relación incestuosa hoy tendría más recuerdos tuyos y me siento una cobarde por
no haberlo intentado.
En el sueño me sorprendí de verte así pero te reconocí en el
momento que te vi. Me venías a visitar y caminabas por la casa un poco nervioso,
yo te seguía, me daba cuenta de que
estabas muerto pero estaba tan contenta de que estuvieras acá que no atendía a eso, era todo muy real, vos
me contabas con la mirada que ya no te quedaba tiempo, entonces yo caía en la
cuenta de que vos no podías estar acá, de que algo estaba mal, era como si te
hubieras rateado del cielo y ya tuvieses que volver. Apenas me daba cuenta de esto comenzaba a llorar,
comencé a llorar repentinamente, parecía
imparable, lloraba como si nunca hubiera llorado en mi vida, lloraba
descargando mi pecho de un dolor gigante que había logrado esconder, recién me visitabas y ya te ibas, era
espantoso, pero apenas había comenzado a llorar de esta manera, vos desaparecías...Después te buscaba por
la casa y te encontraba en el jardín, te
decía que quería mostrarte una poesía que había escrito para vos hacía poco, 2
años después de tu muerte, entonces aparecimos frente a la computadora, yo te la recité pero al terminar de leerla me
di vuelta y ya no estabas.
La canción de Calamaro decía algo de arrojar la llave del
candado. Hoy cuando me desperté la tenía pegada como un chicle, preparé el maté
y fui a desayunar al jardín, el sol
estaba alto, más lejos que cualquier otra mañana, estaba distraída pero
de buen humor, me gusta recordar los sueños y sentía que este se iba a quedar
en mi memoria, mientras tomaba un mate
amargo, vi algo que brillaba entre el pasto a unos metros, me acerqué y
encontré una llave que decía “déjame partir”.