Andrés está en su casa de Madrid recordando algo que ya no va a poder
olvidar: La última vez que la vio. Tiene flashes: Ella esplendida en
primer plano lanzándole un beso que daba en el blanco. Ella riendo,
extraños alrededor apretando su cuerpo hasta fundirse entre ellos, hasta
perderla de vista por primera vez. Deja de escribir y se dirige a la
heladera, agarra una lata de cerveza, la abre, sigue recordando: Ella
saliendo del baño del bar con los ojos espejados. Bebé un sorbo de
cerveza. Están en la calle, ella se adelanta, su caminar es eléctrico,
el hipnotizado va siguiendo la marcha de esas piernas canela matizadas
por la luz lunar. Se acerca a la mesa mientras sostiene la lata de
cerveza, reanuda el flashback: Están en la casa de amigos, tomando
cocaína, más cocaína, se terminó la cocaína, deciden irse. Se sienta a
la mesa y escribe unas largas líneas mientras sigue viendo: El reloj
pulsera marcando las diez AM bajo un cruel rayo de sol que sólo confirma
la media mañana, un tipo sin rostro apareciendo y ofreciéndoles más
cocaína, ella desapareciendo. Él perdido sin saber dónde está ni como
volver. Escribe muy fuerte y termina por romper la hoja.
Andrés
toca el timbre de un departamento, silencio, toca el timbre otra vez,
el ruido de la nada, golpea la puerta con el puño cerrado: ...
Golpea
la puerta mientras grita en lenguaje selvático. La no respuesta lo está
aturdiendo, respira acelerado, apoya su rostro contra la pared como
queriendo ver del otro lado, parado entre el departamento al que está
llamando y el departamento vecino, abre los brazos (como si fueran alas)
y toca dos timbres a la vez: NO CONTESTA NADIE. Se va por un pasillo
de luz blanca y dura.
Es el fin de semana largo, están pasando
una buena película por televisión, el músico sentado en su sillón, sólo
está siendo iluminado por el fulgor de la TV, el resto de los cuartos
de la casa permanecen inútiles rodeándolo como vacíos acumulados. Andrés
comienza a sentir que la casa se estira, se ve diminuto y ridículo. Los
diálogos de la película es el único sonido que se escucha, pero él no
oye ni ve nada, está mirando hacia dentro, en su interior están pasando
la avant premier de una ópera prima de un director cojonudo que filma
sin guion o con un guion enfermo, él es el protagonista de esa película
barata y oscura que todavía no tiene final y tal vez nunca lo tenga. Un
amor no correspondido da tanto o más miedo que cualquier película de
terror. Apaga la tele y sale a caminar. A cada paso que da ve más
claramente lo que siente, como si cada paso hacia cualquier lugar lo
acercara siempre hacia el mismo punto. Una mueca tibia ante el saludo de
un admirador trasluce su malestar, se siente un tonto paseando a su
propio ego, decide volver.
Se arroja al sofá, los ojos casi
cerrados sostienen una lágrima lateral. Quiere aullar, cree que no son
tal para cual (ni en pedo) pero que aun así deben estar juntos. Y la
obstinación lo mantiene atrapado como un rehén.
Suena el teléfono,
es uno de sus compas de la banda: Vale que esto, vale que aquello,
palabras más, palabras menos, una voz madrileña corrompida por el
servicio telefónico dice: “Te lo hemos dicho Andrés”.
Muy emotivo, Yami.
ResponderEliminarSi, lo que tiene de "cerrado" es que tal ves si no escuchaste el tema, no lo entendes.
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